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lunes, 27 de mayo de 2013

Ivette Cepeda y Reflexión / dos puntos


Ivette Cepeda y José Luis Beltrán. Foto: Roberto Ruiz.
No es que, al hablar de dos puntos, pretenda yo ubicar en el espacio a ese par de centros generadores de energía presentes en el encabezado de este mensaje a los lectores de Cubadebate; es que, de alguna forma, deseo  dejar bien claro que no será éste el único intento sino que,  en el transcurso de unas cuantas entregas dominicales, trataré de poner en claro mis apreciaciones acerca del arte que han venido prodigándonos, de un tiempo a esta parte (para hablar en buen cubano) la cantante Ivette Cepeda y el grupo Reflexión: cinco músicos capitaneados por el guitarrista y compositor José Luis Beltrán

Para muchos no es un secreto que, dondequiera que se anuncia la presencia de estos artistas, el espacio se hace insuficiente; cualquiera sabe que las copias caseras de las pocas ediciones discográficas (por no decir que sólo conozco una) donde se registra su trabajo, se han convertido en un regalo espléndido entre personas de todas las profesiones, oficios y edades. Ivette Cepeda viene al encuentro de quienes se le acerquen, animada por la necesidad imperiosa (para hablar, otra vez, en buen cubano) de hacer evidente aquella fuerza o aquel costado sutil, aquella verdad como un templo o aquel recoveco engañoso que ella descubrió en ésta o aquella otra canción y que había pasado  inadvertido, más de una vez,  rozando nuestro oído para -ahora-hacer resonar una campanada y alertarnos (añorado Maestro Guzmán) de que, algunas veces sí se puede “tener conciencia y corazón”.
Las verdades -clarísimas- que Ivette Cepeda acierta a descubrir en las canciones, saben que no van a necesitar llegarnos a gritos. La voz puede mostrar todo el poderío de que es capaz y, también, acercarse a cada uno de los mortales –cara a cara– con la intensidad precisa, o mostrarse cercana al susurro sin perderse del mapa, siempre a partir del don prodigioso de un canto conquistado a pulmón, que se hace reconocer como inconfundible. Los músicos de Reflexión vienen de su mano a nuestro encuentro, enterados de todo cuanto ella (maestra al fin) se ha propuesto  hacernos saber. El tejido instrumental uno y múltiple, siempre variado,  hace rebotar las luces que la cantante trae para repartir y, al hacerlo por turnos, el teclado, el bajo, las percusiones y las guitarras se acercan en sus solos a extremos casi virtuosos que nunca, sin embargo, llegan a transgredir la ética del verdadero concertante. Llegado el momento de las confesiones y en pleno uso de mi derecho a militar en el bando de los espectadores, aplaudo.
(continuará)
Almendares, 26 de agosto de 2012

   Fecha: 2012-08-26
  Fuente: Cubadebate

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