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domingo, 2 de junio de 2013

De Marta a Valdés y de Ivette a Cepeda

Corrían los años... llamémosle de primera juventud, cuando conocí las canciones de Marta Valdés. A mis 16 años descubría un universo de sentimientos y melodías que dejaban marcado sus acordes en mi piel. Con el paso del tiempo un sin fin de voces acunaron mis ron collins en El patio del Habana Libre escuchando a Marta y Daysi - Las Capellas-, en el Rincón del feeling, a Marta Estrada en el Musical, en el Gato Tuerto, y aún más, en aquellos íntimos conciertos de Elena y de Mirian Ramos en la pequeña sala de Bellas Artes. Los años pasaron y he traído conmigo todo aquello de lo que mis oídos se adueñaron. Varias décadas me separan de aquella primera vez, y casi me había resignado al silencio de voces que impone la vida, y no tanto la vida en sí como el partir de aquellas voces que nos han llenado de emociones. No hace aún un año que supe que existía Ivette Cepeda, y en aquel viaje a la isla no llegué a escucharla. En febrero último tuve la suerte de conocerla, oírla y sentirla, y de recuperar en su voz canciones a las que debo -en parte- cómo y lo que soy. Para mí, canciones de Marta Valdés han sido como los libros de botánica o de aritmética de mi época de estudiante. Con ellos aprendí a sumar los intensos verdes, a calcular hasta dónde podía llegar; con las canciones de Marta aprendí a sentir. Ahora Ivette retoma esas canciones sentimiento y hace posible que la historia se repita, y que dentro de algunas venideras décadas alguien siga aprendiendo a sentir con las canciones de Marta.

Guillermo Torres (Barcelona, 1 de junio 2013)

Marta Valdés e Ivette Cepeda (foto archivos)

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