Despiertan.
Sublimes se asoman entre las penumbras.
Se vuelven luz.
Se sienten dueñas.
Precisas, dibujan al aire las siluetas vagabundas del dolor.
Cual mariposas coquetas, retozan con el color de la sonrisa.
Danzan rítmicas al compás de los aplausos.
Y surtidoras, lloran y ríen y suplican y se hacen firmes y desfallecen de pasión.
Susurran... es su concierto.
Puntean, se cierran y abren...en cada suspiro se vuelven millón.
Pudieran ser capullos, flores, palomas, besos... remanso de sueños, arpegio de ángeles, manantial de esperanzas,
pero son sus manos...
las manos que cantan...con voz de la vida su propia canción.
La Habana, Idania Martínez Grandales
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